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Pregón Fiestas de Huerta Otea (Salamanca) 21/10/2021


Javier Mérida. Foto: Ángel Almeida

Queridos Vecinos, estimadas autoridades, Concejales del Ayuntamiento de Salamanca, miembros de la Junta Directiva de la Asociación de Vecinos de Huerta Otea, visitantes y demás asistentes, gracias a todos y a todas por estar hoy aquí en este pregón de apertura de las fiestas de nuestra Comunidad Vecinal.

Es un auténtico honor el estar en este lugar dirigiendo unas palabras a nuestros convecinos, aquellos con los que convivimos diariamente y que son la esencia misma de una sociedad viva y activa.

Este curso académico, 2021/2022, el Colegio Mayor Hispanoamericano Nuestra Señora de Guadalupe cumple 70 años, 20 de los cuales se han desarrollado en este maravilloso entorno, no muy lejos de su origen, el cerro de San Vicente, el asentamiento primitivo de la Ciudad de Salamanca.

Fue allí, el 7 de octubre de 1951, cuando se fundó este proyecto educativo, de la mano del Obispado de Salamanca, el ministerio de Asuntos Exteriores y el ministerio de Educación. En nuestro ADN: la formación complementaria y el acompañamiento en valores, somos por tanto una escuela de ciudadanía y así se hace visible en nuestro día a día. El respeto, la tolerancia, el compañerismo o la solidaridad, son algunas de las enseñanzas que se llevan nuestros colegiales. Digo bien, respeto al que opina diferente o tiene un estilo de vida distinto, de ahí nuestras actividades relacionadas con el debate de ideas. Tolerancia, con la convivencia de diferentes regiones, religiones y países. Compañerismo, con el trabajo en equipo, mediante el deporte o tendiendo la mano a un compañero en momentos difíciles. Y también, siendo solidarios, con las campañas de recogida de juguetes y de alimentos para los más desfavorecidos. Eso es el Guadalupe, una juventud abierta a un mundo diverso y humano, sin prototipos, una gran familia.

Todas las comunidades, sean vecinales o educativas, son una muestra de gobernanza, de la capacidad de los ciudadanos de participar activamente de lo que les rodea, eso nos hace, sin duda, más sociales, más comprometidos con lo nuestro y con lo del resto. Muestra de todo ello fue la decisión de los colegiales de nuestra Comunidad en 1962, cuando por unanimidad se estableció el nombre oficial y actual del Colegio Mayor, Hispanoamericano Nuestra Señora de Guadalupe. Por tanto, no fue una decisión institucional o gubernamental, aquello eran sociedades realmente activas, preocupadas y ocupadas en el bien común. En definitiva, ciudadanos en plenitud, no administrados en exclusiva.

En 1970 la diócesis cede su Colegio Mayor a la Universidad Pontificia de Salamanca, nuestra Alma Máter, acogiendo a estudiantes masculinos y en exclusiva de la “Ponti”, a la que comúnmente nos referimos con cariño. En aquellos años la mujer ocupaba escasa presencia en las aulas, ¡Cuánto talento obviado en la España de blanco y negro!

Años después, con el cambio de siglo, las universitarias comenzaron a formar parte del Mayor Guadalupe. Hoy son más de la mitad, aportando implicación y liderazgo, ocupando, además, la totalidad de los puestos de representación estudiantil en el Consejo Colegial de este 2021-2022.

Si miramos al año 2002, cuando Salamanca fue nombrada Capital Europea de la Cultura, hace 20 años, el Hispanoamericano comenzaba una nueva etapa, donde lo vemos ahora, en un barrio joven y en pleno desarrollo. Las antiguas huertas y el ganado que permanecía aquí en antaño, dieron paso a los primeros edificios, comenzaba así la transformación y expansión de lo que se conoció con anterioridad como el barrio del Castigo.

No fue hasta el 1 de octubre de 2003 cuando llegaron los primeros estudiantes al Guadalupe, los profesionales del futuro, hoy ya del presente. Periodistas, Educadores, Médicos, Abogados, Psicólogos, Farmacéuticos… y un largo etcétera. Aquellos primeros años no fueron fáciles para mis antecesores, la campiña estaba muy presente en el entorno del Colegio Guadalupe. Los comienzos no son livianos para nadie, que se lo pregunten a los que labraron esta tierra hace décadas, seguramente nos dirían que los problemas van con los tiempos.

20 años después, cientos de jóvenes universitarios, con su proyecto de vida, siguen llegando a este lugar cada septiembre, buscando conocimiento, cultura y, sobre todo, un segundo hogar. Somos un Barrio y una Ciudad de acogida nacional e internacional. Nuestra mejor riqueza es el saber y el conocimiento, la búsqueda constante de capacidades que nos permitan afrontar el mañana. Salamanca es Universidad, Investigación, arte y vanguardia. Todo eso la hace brillar tanto como el dorado de sus piedras.

Desde hace unos meses vivimos inmersos en la peor situación sanitaria de los últimos tiempos. Muchos de nuestros familiares y amigos lo han sufrido, pero nos dieron una lección para el futuro: el no dejar nunca de agradecer lo que tenemos y lo que nos rodea, con humildad, con sinceridad, con generosidad. Eso fue lo que nos convocó en aquellos difíciles momentos de marzo de 2020, esa generosidad colectiva que nos hizo empatizar con quien más sufría. El Colegio Mayor Guadalupe fue uno más en esa ola solidaria, cediendo nuestras instalaciones al Colegio de Médicos de Salamanca. Es ahí donde, nuevamente, nuestro vecindario, Huerta Otea, volvió a ser un lugar de acogida, de entrega y de ayuda, valores que debemos transmitir y fomentar a las nuevas generaciones.

Desde entonces el Hispanoamericano Guadalupe ha estado en deuda con ellos, como todo el país. Será el próximo 28 de octubre, cuando les devolvamos una pequeña parte de todos sus desvelos y esfuerzos, en un sentido homenaje que les brindaremos junto a la Unidad Militar de Emergencias. Ellos, y muchos otros, han sido nuestro escudo frente a la enfermedad, pero sobre todo nos han demostrado que, una sociedad civil unida y comprometida puede vencer a la peor de sus amenazas, esperamos que muy pronto podamos decir: se acabó.

No puedo ni debo olvidarme de las nuevas generaciones, con las que trabajo diariamente, y a los que animo a luchar por aquello en lo que sueñan, sin plegarse a las tendencias. No caigáis en la tentación de la autocomplacencia, nunca la conformidad ha sido un buen terreno para los genios. Buscad vuestro camino y huid de la uniformidad, de la senda que os marca la sociedad, sólo los atrevidos, los imaginativos, los que son libres y sin ataduras, logran alcanzar un éxito sin peajes.

Queridos niños, adolescentes y jóvenes universitarios, aprended de la decepción, es muy humano caer y volver a levantarse, la vida misma es eso, las frustraciones y las conquistas, los abandonos y los aciertos, en definitiva, el fracaso y el éxito. La clave está en la perseverancia, quien trabaja duro todos los días, quien busca cada mañana ser mejor, logrará sin duda el triunfo. Que se lo digan a Steve Jobs, cuando en 1985 se marchó de Apple por el fracaso de su computadora Macintosh o a J. K. Rowling, que creó la saga de Harry Potter en su peor momento personal, sin recursos y haciendo uso de la cafetería The Elephant House en la ciudad escocesa de Edimburgo.

Hoy, la sociedad nos alecciona con los éxitos que lograron otros, pero poco se conoce del tesón y el sacrificio de todos ellos. La cultura del esfuerzo, tan relativizada en nuestro tiempo, ha sido sustituida por la inmediatez, por el ya, por el ahora. Nada más lejos de la realidad, que termina por enseñarnos que la vida se vive a sorbos y con templanza.

Finalmente, os animo a continuar siendo verdaderos custodios de nuestro eje natural y vertebrador, el río Tormes. No se entiende Huerta Otea sin su compromiso con el entorno y su conciencia medioambiental. Un paisaje privilegiado que muestra diferentes versiones en el transcurso del año, una herencia verde que estamos obligados a legar a los que vienen.

Queridos huertaotenses, aprovechad estos días para hacer comunidad, para sentiros parte de un todo, y una vez terminadas estas fiestas, continuar ofreciendo lo bueno de vosotros mismos a los demás.


Sin más dilaciones: Felices Fiestas ¡Muchas Gracias!



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